Los turcos y la media luna
miércoles, abril 05, 2017
La media luna se considera, sobre todo en Occidente, el símbolo musulmán por excelencia. En cierto modo es así, prueba de ello es que corona los minaretes de miles de mezquitas a lo largo y ancho del mundo.
Figura también, junto con una estrella, en la bandera de Turquía y en la de otros países tradicionalmente musulmanes, como Túnez o Pakistán. En muchos cementerios civiles de todo el mundo la media luna se emplea para señalar las tumbas de musulmanes, de la misma manera que se utiliza la cruz para los cristianos o la estrella de David para los judíos. Incluso existe una Media Luna Roja, que es el equivalente a la Cruz Roja en los países de mayoría musulmana.
Sin embargo no es un símbolo universalmente aceptado por todos los musulmanes. Por ejemplo, la media luna que corona los minaretes (que en turco se denomina alem) es completamente desconocida en Irán, y al parecer en Asia Central sólo se generalizó a partir de la conquista rusa. Por otra parte tampoco es un símbolo exclusivamente musulmán ya que su uso se remonta muy atrás en el tiempo, y hoy en día es utilizado por multitud de culturas ajenas al islam, por tanto es incorrecto afirmar que la media luna sea el equivalente islámico a la cruz del cristianismo.
¿Cuál es el origen de este símbolo? Su historia no es del todo clara. Según el arquéologo William Ridgeway su origen estaría en amuletos hechos con dos colmillos de animales (principalmente jabalíes) engarzados en forma de media luna, un tipo de ornamento característico de muchos pueblos del mundo, y que en principio no tendrían un significado astral, sino sólo mágico, como talismán para adquirir la fiereza del animal, o la suerte para poder cazarlo. Estos amuletos habrían influido también en la forma de las herraduras, que como se sabe son un amuleto -en forma de media luna- para muchas culturas diferentes. Según Ridgeway, sólo más tarde este símbolo habría convergido con interpretaciones lunares.
Sea como fuere lo cierto es que parecía inevitable que la luna, el astro más misterioso del firmamento, fuese adoptado como símbolo por numerosos pueblos y culturas. Su extraño ciclo mensual hizo que se la asociase con la muerte, pero también con la resurrección y la fecundidad. Las divinidades lunares podían ser masculinas (como Kaskuh para los hititas y Tsukuyomi para los antiguos japoneses) o femeninas (Artemisa-Diana en la civilización grecolatina, o Metztli en la mexica). Incluso el más moderno culto mariano se ha visto como una reminiscencia de los cultos lunares, y no faltan las representaciones de la Virgen junto a la media luna.
Entre los chinos ya desde la dinastía Han era común la idea de que la luna se “escondía” todas las noches en una gruta o madriguera que estaba en el extremo occidental del mundo, donde dormía junto a los bárbaros que poblaban la zona (que no eran otros que los turcos).
Las primeras representaciones de la media luna acompañada de la estrella aparecen en la iconografía sumeria hace más de tres mil años. Se trata de una zona que, curiosamente, por la forma de media luna que presenta sobre el mapa, se denomina Creciente Fértil. Como ornamento (sin la estrella) aparece también mencionado en la Biblia (Jueces, 8:21-28). Posteriormente, el emblema del creciente y la estrella sería adoptado por el rey Mitrídates VI, que gobernó al norte de la actual Turquía entre los siglos II y I aC. y más tarde, a partir del reino de Kavad I (s.V), fue un motivo común en las monedas acuñadas por el imperio sasánida. De los sasánidas el símbolo pudo haber pasado a las artes figurativas islámicas (la primera aparición es en una moneda de Damasco en el año 695), donde aparece esporádicamente en mosaicos, colgantes, collares y otros elementos ya desde las épocas más tempranas, aunque, conviene subrayarlo, sin una relación especial con la religión.
Contemporánea al imperio sasánida (s.VI), y como primera atestación en el mundo túrquico, es una moneda del periodo göktürk, que fue hallada recientemente en Kirguistán y que presenta a un personaje rodeado de tres medias lunas y estrellas. Un hallazgo éste muy celebrado por los nacionalistas turcos, que han podido por fin conectar su emblema nacional con los antepasados turcos más remotos de que se tiene noticia.
Sin embargo ya antes de ese momento, muchos siglos antes de que ningún turco hubiese pisado la península Anatolia, el símbolo de la media luna y la estrella ya era venerado en el territorio de la actual Turquía, y no sólo por ser el emblema de Mitrídates VI, sino por un episodio acontecido en la ciudad de Bizancio, actual Estambul.
Cuenta la leyenda, recogida por Hesiquio de Mileto, que en el año 340 a.C. Filipo de Macedonia se disponía a lanzar un ataque sorpresa contra la ciudad, cuando la luna iluminó súbitamente a su ejército y desbarató sus planes. Los bizantinos agradecieron el gesto a la diosa lunar Hécate, cuyo símbolo, la media luna y la estrella, pasó a ser el símbolo de la ciudad.
Ya sea verídica o no esta historia, lo cierto es que el símbolo del creciente y la estrella aparece en multitud de representaciones bizantinas desde por lo menos el s. I aC., para sorpresa de quienes creen que se trata de un símbolo netamente turco o musulmán. Los cruzados lo adoptaron presumiblemente de los bizantinos (no de los sarracenos) y hoy todavía aparece en multitud de representaciones de la Europa cristiana: en lápidas, estandartes, monedas, escudos de armas, etc.
De hecho, según muchos estudiosos, también los otomanos tomaron este símbolo de los bizantinos, y lo incorporaron como uno más de los múltiples motivos de que se servían para sus artes decorativas. Un emblema más, que aparece sólo esporádicamente, y en contextos tanto civiles como religiosos: en la bandera de Selim I a principios del s.XVI, en una capa encargada por Murad III y en un manuscrito de oraciones de finales del mismo siglo, en los estandartes arrebatados por los cristianos en las batallas de Lepanto y en el sitio de Viena de 1683, etc.
(Por cierto, que sobre este último episodio cuenta la leyenda que los reposteros vieneses, para celebrar su victoria sobre los otomanos, inventaron un bollo con la forma del emblema de sus enemigos: el croissant. Una historia tan empalagosa como falsa).
El símbolo de la media luna que aparece en todos estos estandartes y banderas era también uno más entre otros. Compartía espacio con soles, armas, lemas religiosos, y aparecía varias veces y sin una forma estandarizada. Incluso en una fecha tan tardía como 1793 una bandera hecha para Selim III carece de media luna y estrella.
Este uso asistemático del símbolo de la media luna por parte de los otomanos contrasta con las representaciones occidentales, donde aparece siempre como signo distintivo de los turcos y en general de los musulmanes; ya sea en las representaciones del sitio de Rodas, de la batalla de Lepanto, o de las ciudades bajo dominio otomano, siempre aparece la media luna como único símbolo turco o musulmán.
La más antigua de estas representaciones se remonta al siglo XIV y se refiere a los mamelucos, pero con el paso de los siglos se convierte en el estándar occidental para representar a los otomanos. De hecho un estudioso, A. Sakisian, afirma rotundamente que la generalización del creciente como símbolo de Turquía es obra de la iconografía occidental:
La representación de Turquía y el islam mediante la media luna es fruto en Occidente de una observación. Sin embargo lo que era una representación esporádica se generalizó, se sistematizó y acabó sugiriéndose como emblema nacional a la propia Turquía, que ha acabado por adoptarlo.
Cita un testimonio turco para apoyar su tesis. A principios del s. XVIII, Mehmed Effendi, embajador otomano en la corte del rey Luis XV al describir cómo durante una recepción se le presentaron unos fuegos artificiales con forma de media luna afirmaba un tanto desconcertado:
[…] los franceses designan a cada país con un emblema especial, y al parecer la luna es el emblema de nuestro sultán. Es por respeto hacia nosotros que han imitado esa forma.
Sea como fuere no es hasta finales del s. XVIII y principios del XIX cuando el Imperio Otomano adopta el emblema de la media luna y la estrella de manera más sistemática y regular. A raíz de la reforma en el ejército emprendida por Selim III, se convirtió en la nueva enseña del ejército y la marina otomanas, a imagen de las que tenían otros ejércitos europeos. Cuando el sultán fue destronado en 1807 se abolió, si bien volvió a restablecerse en 1827.
En 1844, en pleno periodo de reformas conocido como Tanzimat, se adoptó definitivamente el emblema como bandera del Imperio Otomano, y la República de Turquía surgida en 1923 mantuvo el símbolo y lo dotó de unas dimensiones estandarizadas mediante una ley de 1936.
Más tarde, el emblema, con ligeras variaciones sería incorporado a las banderas de otras repúblicas túrquicas, Azerbayán, Turkmenistán y Uzbekistán.
La bandera de la marina otomana desde 1793 (abajo), y la actual de la República de Turquía (arriba).
Bibliografía:
– Bowtell, Charles. “Device of Star (or Sun) and Crescent.” The Gentleman’s Magazine, 1851.
– Ettinghausen, R. “Hilal” en The Encyclopaedia of Islam, new Edition, Brill, Leiden, 1986.
– Monreal Casamayor, Manuel. “De sermone heraldico IV: astros y meteoros.” Emblemata 10 (2004): 209-261
– Ridgeway, William. “The Origin of the Turkish Crescent.” The Journal of the Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland 38 (July 1, 1908): 241-258.
– Sakisian, Arménag. “Le croissant comme emblème national religieux en Turquie.” Syria 22, no. 1 (1941): 66-80.
– Schindel, Nikolaus. “Sassanian Coinage” en Encyclopaedia Iranica, edición online, 2005.
Fuente: https://turquistan.wordpress.com/2012/01/14/los-turcos-y-la-media-luna/
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