Protección a la Iglesia en el Islam: Demasiado poco, demasiado tarde. Por John Andrew Morrow (Ilyas Islam)*
lunes, enero 14, 2019
El Ministerio de Awqaf del Consejo Supremo de Asuntos Islámicos de la República Árabe de Egipto publicó en 2016 una obra titulada “Protección de la Iglesia en el Islam” en varios idiomas. La obra incluye un prólogo del Ministro de Awqaf Profesor Muhammad Mukhtar Gomaa, una introducción del Profesor Shawqi Allam y artículos de los profesores Muhammad Salem Abu ‘Asi, ‘Abdullah al-Najjar, Muhammad alGebali, Muhammad Nabeel Ghanayem, ‘Abd al-Haleem y del Dr. Magdi ‘Ashur. Está dedicada al “Sr. ‘Abd El-Fattah El Sisi, Presidente de la República Árabe de Egipto,” uno de los mayores violadores de los derechos humanos en el planeta. Si usted lee solamente un artículo es como si los hubiera leído a todos, ya que esencialmente, repiten la misma cosa, citan los mismos versículos del Corán, citan el mismo hadiz profético y usan los mismos argumentos.
Proteger a la Iglesia en el Islam es una obligación. Es decir, ni siquiera habría que hablar de ello sino solamente actuar, defenderla, impedir que sufra ningún tipo de agresión, cuidar de sus miembros, respaldarlos permanentemente, etc. Es lo que ordena el Corán, es lo que ordena el Profeta Muhammad (PBD). Ufanarse o destacar como algo especial la ayuda a la Iglesia en el Islam es la misma tontería que decir que hay nubes blancas y el cielo por lo general se ve azul. Dios, el más Misericordioso de los misericordiosos, ordenó a los musulmanes la ayuda y protección de todos los creyentes. Entonces, remarcar o hacer notar como algo importante lo que es una obligación para el musulmán consciente, carece de todo sentido al menos que se esté buscando otro tipo de réditos. Pero a la tontería hay que agregarle indignación: lo que se hizo respecto a esa orden clara, directa y taxativa del Profeta Muhammad (BPD) es demasiado poco y demasiado tarde.
Esto de la “protección a la Iglesia,” ¿por qué sólo aparece hacia el final de la crisis del ISIS? Los musulmanes han estado sufriendo el salvajismo del yihadismo salafita durante siglos. Los eruditos que contribuyeron al trabajo no estaban hace doscientos años. Sin embargo, operaron como líderes musulmanes durante décadas. Han vivido lo suficiente como para ser testigos de los horrores infligidos por el yihadismo salafita a musulmanes y no musulmanes durante mucho tiempo en lugares como Argelia, Afganistán, Pakistán, Irak, Túnez, Libia, Nigeria, Filipinas, Siria, Egipto, Somalia, Níger, Mali, Kenia, Yemen, Camerún, India, Filipinas, Burkina Faso, Bangladesh, Chad, Turquía, Mozambique, Irán, etc. ¿Por qué no se movilizaron en cada uno de esos casos? ¿Será porque los eruditos egipcios fueron engendrados por la Hermandad Musulmana? ¿O se debe a que son clérigos judiciales y eruditos de palacio que nunca actuarían por iniciativa propia y simplemente responderían a una petición del Presidente Sisi de luchar contra el terrorismo interno?
La respuesta a estas importantes preguntas procede de uno de los autores, el profesor Muhammad Salem Abu Asi, decano de la Facultad de Estudios Islámicos y Árabes para Niñas de la Universidad Al-Azhar de Sadat City. Ofrece las siguientes disculpas por los terroristas takfiritas-wahhabitas que han violado, torturado, mutilado, destrozado y asesinado a miles de cristianos cada año durante las últimas décadas:
La agresión contra los lugares de adoración de los no musulmanes por parte de algunos que no entienden nada de jurisprudencia islámica, según nuestro parecer, se debe a los siguientes motivos:
1. La inmadurez de la jurisprudencia islámica o bien la ausencia de jurisprudencia misma en cuanto a veredictos sobre las Gentes del Libro (es decir, judíos y cristianos). Ejemplo de ello son los grupos extremistas.
2. La inexistencia de un método definido y acorde para la investigación acerca de los veredictos de la Gente del Libro que aclare la diferencia entre la misión del muftí y la de quien traslada estos veredictos desde las fuentes, el desconocimiento de la diferencia entre los veredictos legales recopilados, entre los veredictos de tradición oral y los sujetos al sistema de la política legal. A esto hay que añadir a los que hablan de las sentencias relacionadas con las Gentes del Libro sin haber estudiado las ciencias de la legislación islámica.
3. El desinterés por situaciones, tiempos, personas, circunstancias, y necesidades humanas, dado que los juicios legales se basan en gran medida en todas estas motivaciones, reales o no.
El hombre suena como un abogado, el abogado del diablo, tratando de minimizar la desviación demoníaca de los salafitas-wahhabitas-takfiristas: son simplemente “gente ignorante” que “no tiene buen entendimiento.” O carecerían de legislación, pues habría “inmadurez de la jurisprudencia islámica o bien ausencia de jurisprudencia.” Tampoco logran contextualizar sus sentencias judiciales. ¡Encantador! Con amigos como este, es decir, clérigos de la corte y apologistas de los terroristas, los musulmanes no necesitamos enemigos. ¡Ya los tenemos como jefes oficiales de nuestra religión! Pero, además, para agregar desvergüenza al descaro, se hace uso de un lenguaje supuestamente jurídico-religioso que no es más que una terrible forma de tomar por imbéciles a los demás. Hablan en “difícil,” para que el poco instruido diga: “Ahhh…. Yo no entiendo nada todo esto pero por los términos que usa se ve que sabe mucho.” Y así se acepta sin el menor reparo verdaderos desatinos, barbaridades y justificaciones injustificables.
Nosotros, desde la Iniciativa de los Pactos, hemos hecho todo lo posible ―usando todos los recursos disponibles y sin escatimar gastos― por exponer a los llamados “terroristas islámicos” por lo que realmente son: infieles, herejes, criminales y psicópatas, además de enemigos declarados de Dios, de la Religión y de la Humanidad. En esto no cabe ninguna excusa. No los consideramos “jóvenes estúpidos” como lo hace Hamza Yusuf, asemejándolos a delincuentes juveniles que robaron caramelos, rompieron ventanas y pintaron paredes de ladrillo. Los hacemos responsables de crímenes de lesa humanidad que no tienen perdón de Dios. Y cargamos la misma responsabilidad sobre aquellos que debiendo cumplir con su deber no lo han hecho, permitiendo así que el salafismo-wahhabismo-takfirismo se extendiera sin una respuesta y refutación adecuada
Nosotros, desde la Iniciativa de los Pactos, financiada con fe y armada con buenas intenciones, hemos emprendido una campaña de relaciones públicas a nivel general para proteger la imagen del Profeta, del Islam y de los musulmanes ante los ojos de los no musulmanes. Con argumentos y pruebas, convencimos a decenas de no musulmanes de que el verdadero Islam protege al Pueblo del Libro y que los terroristas takfiristas estaban fuera del redil del Islam. Nos enfrentamos, desde el primer día, con los llamados eruditos musulmanes “tradicionales” que insistían en que los terroristas takfiristas eran simplemente musulmanes ignorantes o equivocados: aunque eran pecadores, todavía eran musulmanes.
Cualquiera que acepte este argumento podría también creerle a la Serpiente en el Jardín. Un violador puede decir que es casto aunque sus acciones muestren lo contrario. Dijo el Imam Alí al Rida: “La fe es la creencia en el corazón, lo que se dice con la lengua, las cosas que hacemos” (Majlisi). El propio Mensajero de Dios dejó en claro que cualquier musulmán que persiguiera y oprimiera a los cristianos era enemigo de Dios, del Profeta y del Islam. Esta es la postura de la Iniciativa de los Pactos. Y esta no es la postura del Consejo Supremo de Asuntos Islámicos de la República Árabe de Egipto, el cual desconoce u oculta la existencia los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo.
Es muy posible que el redescubrimiento de los Pactos del Profeta haya hecho ver a estas autoridades religiosas egipcias que ahora es mejor que giren en la dirección en que sopla un nuevo viento. Si mencionaban los Pactos Muhammadianos, habrían admitido su desconocimiento u ocultamiento. En ese caso, demostrarían que estaban en una posición, como mínimo, poco clara… Actuando como actuaron ahora, emitiendo el documento al que nos referimos, tienen una pequeña oportunidad de parecer que siempre sostuvieron esta posición. Está claro que las almas de los mentirosos y cobardes se estremecen cuando deben decir la verdad y hacer lo correcto. Será malo para ellos, pero es bueno para la situación. El estado de sus almas es un asunto entre ellos y Dios. Pero si la situación mejora, independientemente que la Iniciativa de los Pactos y/o los Pactos del Profeta haya tenido algo que ver, entonces ¡alabado sea Dios! Puede ser que los corazones de los hipócritas entre los quraishitas nunca fueron ganados para la Verdad después de la conquista de Meca. Pero sí refrenó sus manos: alabado sea Dios, Señor de los Mundos, Dueño del Día del Juicio.
*Hispanista, islamólogo y catedrático universitario, colaborador frecuente de la Revista Biblioteca Islámica.
Fotografía (fuente): https://www.ktoo.org/2015/12/21/christians-muslims-worship-god/church-and-mosque/
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