El Profeta Muhammad y los Hijos de Israel por Dr. John Andrew Morrow*
martes, enero 08, 2019
La
relación entre el Profeta Muhammad y el pueblo judío es compleja y matizada.
Muhammad, descendiente de Ismael a través de su línea paterna, también era
descendiente de Isaac a través de su línea materna. Aunque la mayoría de las
fuentes sunnitas afirman que los padres del Profeta eran paganos, las fuentes
shiitas enfatizan que eran monoteístas, señalando que pertenecían a los hanifes,
es decir, a la pequeña secta de árabes correctamente guiados que habían
preservado la religión de Ismael. Algunas fuentes cristianas tempranas, sin
embargo, indican que el padre del Profeta, 'Abdullah era cristiano y su madre
Aminah judía. Por muy polémicas que puedan ser estas afirmaciones, y por muy
sensibles que sean los musulmanes sobre el tema, no hay duda de que la abuela
paterna del Profeta, Salma bint Amr, era judía. Por consiguiente, Muhammad,
aunque predominantemente de ascendencia árabe. De ese modo y por ambas ramas de
su familia su ascendencia se remonta a Abraham, la primera figura monoteísta
importante de la historia.
El
Profeta Muhammad que nació y fue criado en el santuario politeísta de La Meca, solo
ocasionalmente entró en contacto con los hanifes, judíos, cristianos y
zoroástricos, quienes viajaban allí con fines comerciales. Cuando proclamó la
profecía alrededor de sus cuarenta años, no tuvo una audiencia muy receptiva.
De todos modos, s mensaje monoteístas se presentó como un reavivamiento de las
enseñanzas de Abraham, comparándose en ello con Moisés. Asimismo, fue considerado
con deferencia por el Negus de Abisinia. Algunos eruditos creen que este era
judeocristiano, por lo que ofreció refugio a los seguidores perseguidos del
Profeta Muhammad.
Fue
el próspero pueblo de Yathrib al norte de La Meca donde árabes y judíos se
contaban en igual número ―escenario de importantes luchas internas―, el que
ofreció al Profeta un hogar permanente. Y lo invitaron a mediar para reunificar
la comunidad puesto que no era pagano ni judío (que eran los sectores que
chocaban) y se lo consideraba totalmente objetivo. Los árabes de Medina fueron
los primeros en convertirse al nuevo credo del Profeta. Crecieron escuchando a
los judíos de su comunidad hablar del inminente surgimiento de un nuevo profeta
y querían ser los primeros en seguirlo. Un pequeño, pero importante segmento de
judíos también abrazó el Islam, incluidos varios rabinos prominentes.
Como
líder eficaz y visionario, la primera propuesta del Profeta Muhammad fue crear
una constitución escrita sin precedentes para esa nueva ciudad-estado, que
pronto sería conocida como Medina al-Nabi, es decir, la Ciudad del Profeta.
Sentencia que judíos y musulmanes eran creyentes. Estipula que todos los
ciudadanos son iguales. Según las primeras fuentes musulmanas, todas las tribus
judías de Medina y de la región circundante estuvieron de acuerdo. Sin embargo,
posteriormente algunas tribus judías cambiaron de opinión y conspiraron para
derrocar al Profeta con la ayuda de los paganos de La Meca.
Los
relatos de los eventos son confusos e incoherentes. Algunas fuentes sugieren
que algunas tribus fueron exiliadas. Otros alegan que los combatientes varones
de una tribu fueron condenados a muerte por traición según el juicio de otros
judíos. Este episodio es discutido por historiadores musulmanes y no musulmanes
y no puede ser tratado como un hecho histórico. Lo que sabemos con certeza es
que el Profeta Muhammad entró en conflicto con segmentos de la comunidad judía.
Los judíos leales a él continuaron viviendo en Medina y permanecieron a su lado
el resto de sus vidas.
Aunque
la cuestión es complicada, la supuesta masacre de los judíos ha teñido la
percepción de los judíos para algunos musulmanes y la percepción de los
musulmanes para algunos no musulmanes, en particular judíos y cristianos, que
la utilizan para condenar al Islam en su conjunto. Esto se asemeja a la actitud
de algunos cristianos que acusan a los judíos de matar a Jesús y los odian a
todos como un todo. Es similar a la actitud de algunos musulmanes debido a lo
que sucede en diversas partes del mundo y entonces condenan a todos los judíos
por acciones inaceptables llevadas a cabo por cierta cantidad de judíos. De ese
modo, propician sentimientos antijudíos.
Las relaciones entre musulmanes y judíos no se limitan
a un único conflicto que supuestamente tuvo lugar en el siglo VII. No obstante,
el hecho es que más allá de las situaciones puntuales conflictivas, musulmanes
y judíos han coexistido pacíficamente durante la mayor parte de los últimos
1.400 años. Los judíos huyeron de la persecución cristiana en Europa para
encontrar seguridad en el mundo musulmán. Los judíos sefarditas expulsados de
España en 1492 fueron abrazados fraternalmente por los otomanos. Moriscos y
marranos, musulmanes crípticos y judíos crípticos, también sufrieron juntos en
la España católica y a menudo se casaron entre sí. Sin duda, debe haber alguna
base histórica para la solidaridad judeo-musulmana.
Un
número cada vez mayor de personas de todas las religiones se ha enterado de los
tratados y pactos que el Profeta Mahoma concluyó con comunidades que pertenecen
a la fe Cristiana. Pero no son tantos los que conocen los tratados y pactos
celebrados con miembros de las religiones zoroastriana, samaritana y judía.
Lejos de ser falsificaciones tardías, los documentos en cuestión han sido
transmitidos durante catorce siglos. Sobreviven en forma manuscrita. Se
registran en las fuentes pertenecientes a todas estas comunidades religiosas.
Uno de los documentos más importantes sobre las relaciones entre musulmanes y
judíos es el “Tratado de Maqna,” que protege a los habitantes judíos del
noroeste de Arabia, incluidas las tribus de Hanina, Maqna y Khaybar. Concluido
hacia el final de la misión profética de Muhammad, demuestra que el conflicto
que supuestamente tuvo lugar en Medina con los Banu Nadir, Banu Qaynuqa y Banu
Nadir, no representa la última palabra en el tema de las relaciones
interreligiosas entre judíos y musulmanes.
En
el “Tratado de Maqna,” que se encuentra en las fuentes clásicas musulmanas y
judías, el Muhammad concede “la protección de Dios” a sus aliados de los Hijos
de Israel: “Vuestra es la salvaguarda de Dios y de su Mensajero con respecto a
sus personas, creencias, propiedades, esclavos y todo lo que tengan en su poder.”
Dirigiéndose a los judíos, el Profeta les asegura: “No tendréis la molestia de
los impuestos sobre la tierra, ni se os cortará el mechón” … “Ningún ejército
pisará vuestra tierra, ni seréis convocados [para el servicio militar], ni se
os impondrán los diezmos, ni seréis perjudicados de ninguna manera”…“Nadie les
afectará y no se les impedirá llevar ropa con determinados cortes o de color,
montar a caballo, llevar algún tipo de armas.” Muhammad decretó que los judíos
tenían derecho a la autodefensa: “Si alguien los ataca, combatidlo. Y si muere
en esa lucha, ninguno de vosotros será condenado ni obligado a pagar nada.” Para
el caso de que un judío matase a un musulmán intencionalmente, el acusado sería
juzgado de acuerdo con la ley musulmana.
El
Profeta también liberó a los judíos de los impuestos opresivos: “No se les
pedirá emolumentos deplorables y no tendrán que pagar impuestos como otros [no
musulmanes].” Puesto que se trataba de ciudadanos en pie de igualdad, el Estado
musulmán era responsable de atender sus necesidades: “Si piden algún tipo de
asistencia, se les concederá. Y si quieren ayuda la tendrán.” Dijo el Mensajero
de Dios: “No se les sacará ni un cordón del zapato.” En otras palabras, la
justicia debía dispensarse por igual a todos. A los ciudadanos judíos del
Estado musulmán se les permitía entrar a la mezquita. Además, el Profeta
declaró específicamente que no se les “impediría tener gobernantes musulmanes.”
Les aseguró que como comunidad autónoma dentro del Estado musulmán “No tendrían
otro gobernante que no sea de entre vosotros o de la familia del Mensajero de
Dios.” Los ritos funerarios de los judíos debían ser respetados. Además, todos
los musulmanes debían honrar a los judíos por su alta posición y la posición de
Safiyyah, la esposa judía del Profeta. Como
dice el “Tratado de Maqna:”
A la gente de la casa del Mensajero de Dios y a los
musulmanes les corresponderá defender su honor y no afectarlos. Si alguno de
vosotros se va de viaje, estará bajo la protección de Dios y de su Mensajero. “No hay compulsión en
asuntos de religión” [Corán 2:256].
El
Profeta también prometió proporcionarles una cuarta parte del khums (impuesto
musulmán) siempre y cuando se mantuvieran fieles y respetuosos de la ley. Los
puso bajo su protección, la de su familia y la de los musulmanes. “El que trate
de la mejor manera a (las tribus de) Haninah y al pueblo de Khaybar y Maqna,”
dijo el Profeta, “tanto mejor para él; pero quien los perjudique, tanto peor
para él.” Luego el Mensajero de Dios advirtió en contra de manipular su
mensaje:
Quienquiera que lea esta mi carta, o a quienquiera que
se la lea, y altere o cambie algo de lo que hay en ella, sobre esa persona
recaerá la maldición de Dios y la maldición de la maldición de [...] toda la
humanidad. Esa persona estará privada de mi protección e intercesión en el día
de la Resurrección, y yo soy su enemigo. Y quien es mi enemigo es el enemigo de
Dios, y quien es el enemigo de Dios se va al infierno [...] y esa morada es
mala.
El
“Tratado de Maqna” fue atestiguado por Dios, por los ángeles y por los
musulmanes presentes. Fue escrito por Ali ibn Abi Talib y atestiguado por Ammar
ibn Yasir, Salman al-Farsi y Abu Dharr. Desgraciadamente, se ha comprobado que
la versión del “Tratado de Maqna” encontrada en fuentes musulmanas como Ibn
Sa'd y Baladhuri, que supuestamente era una copia fiel del original en manos de
judíos egipcios en el siglo VIII, ha sido alterada. Una comparación del
documento original encontrado en el Geniza de El Cairo, llevado a cabo por
Ahmed El-Wakil, muestra que este es el caso. Esto confirma que el hadiz sunnita
y las fuentes históricas no son necesariamente reflejos precisos del material
de los primeros musulmanes.
Recopilados
uno, dos y tres siglos después del fallecimiento del Profeta Muhammad, son
relatos censurados de las fuentes primarias, alterados para hacerlos acordes
con las interpretaciones y conveniencias de los gobernantes de entonces. Como
exhibe una comparación de las copias sobrevivientes de los Pactos del Profeta
con los judíos, samaritanos, zoroastrianos y cristianos, las versiones
incluidas en los libros canónicos de tradición musulmana fueron editadas
(modificadas) para hacerlas menos tolerantes que las originales. Esto demuestra
que a posteriori del fallecimiento del Profeta tuvo lugar un proceso de adulteración
y que los conflictos que tuvieron lugar siglos después del surgimiento del
Islam fueron proyectados desde aquella época. Se intentó hacer aparecer al
Profeta separado de todo tipo de confraternización con el judaísmo y el
cristianismo y presentarlo como un pagano analfabeto. Se quiso destruir su
calidad de monoteísta muy culto y poseedor de una comprensión profunda de las
religiones abrahámicas.
El
“Tratado de Maqna” de la Genizah de El Cairo es sólo una de la media docena de
copias de pactos que se dice fueron concluidos entre el Profeta Muhammad y los
Hijos de Israel, muchos de los cuales fueron transmitidos por judíos yemenitas.
Pero el consenso general de los eruditos judíos, en su mayoría modernos y
laicos, es que estos se tratan de falsificaciones. Opinan que las hicieron los
Hijos de Israel con el objeto de ganar el apoyo de los gobernantes musulmanes y
asegurarse derechos. Sin embargo, varios estudiosos, como Hartwig Hirschfeld,
Ahmed El-Wakil y yo mismo, hemos defendido la autenticidad general de los
documentos en cuestión. Independientemente de que haya versiones editadas,
censuradas y abreviadas de los documentos originales.
El
“Tratado de Maqna” de la Genizah de El Cairo es sólo una de la media docena de copias
de pactos que se dice fueron concluidos entre el Profeta Muhammad y los Hijos
de Israel, muchos de los cuales fueron transmitidos por judíos yemenitas. Pero
el consenso general de los eruditos judíos, en su mayoría modernos y laicos, es
que estos se tratan de falsificaciones. Opinan que las hicieron los Hijos de
Israel con el objeto de ganar el apoyo de los gobernantes musulmanes y
asegurarse derechos. Sin embargo, varios estudiosos, como Hartwig Hirschfeld,
Ahmed El-Wakil y yo mismo, hemos defendido la autenticidad general de los
documentos en cuestión. Independientemente de que haya versiones editadas,
censuradas y abreviadas de los documentos originales.
Lecturas adicionales
Morrow,
John Andrew. “Los pactos del profeta Mahoma con los judíos.” El Islam y el Pueblo del
Libro: Estudios Críticos sobre los Pactos del Profeta. Newcastle upon Tyne:
Cambridge Scholars Publishing, 2017. 280-318.
Wakil,
Ahmed El-. “El Tratado del Profeta con los cristianos de Najran: Un estudio
analítico para determinar la autenticidad de los pactos.” Journal of Islamic Studies (2016): 1-83.
Fotografías
tomadas de: https://www.pri.org/stories/2015-08-24/right-wing-american-bloggers-have-problem-facts-about-irans-jews
*Hispanista e islamólogo canadiense, catedrático y autor de varios libros sobre el Islam, colaborador frecuente de la Revista Biblioteca Islámica.
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