Bitácora: confluencia de Oriente y Occidente por Bilal Portillo

sábado, noviembre 02, 2013


Por Bilal Portillo: 
Ernest Meuman, filósofo y esteta alemán dice:

 “La actividad del artista tiene que ser originalmente creadora, productiva y tener sobre todas las cosas una forma distinta y trascendente de presentarse”
Hace algunos años hablar sobre la obra de Mauricio Vallejo Márquez, era una cuestión medianamente sencilla, pues en esos años su producción publicada no era mucha y su trabajo como promotor y periodista cultural estaba en sus primeros momentos. Recuerdo de ese tiempo son las obras Cuentos de Ocio y El Último Salmo, obras bien trabajadas y entretenidas. Sin embargo Vallejo es un poeta que evitó el encasillamiento literario, y esa virtud trajo como consecuencia una evolución conceptual de su trabajo, el cual se vio enriquecido por su actividad constante y sostenida como promotor, periodista y editor cultural. Todo ese trabajo cultural hace que  hablar del trabajo de Mauricio Vallejo Márquez sea hoy una tarea mucho más difícil, pues su influencia, su actividad y su obra han crecido y evolucionado notablemente. Hay tres características que a nuestro juicio son el sello que distingue la obra de Vallejo y encajan perfectamente con el epígrafe de Ernest Meuman:

Originalidad de la obra

La obra de Vallejo es original, tiene una magia especial, un estilo íntimo que le da un toque inconfundible. Las imágenes y los sublimes mundos recreados en la obra de Vallejo así lo demuestran. La originalidad de los diálogos, personajes, mundos y espacios presentados en su narrativa y poesía actuales son una prueba contundente y fiel, pero dejemos que sea la misma obra la que nos demuestre esta afirmación nuestra: “El mar quiere besar a la luna y ésta está muy lejos, el mar alza sus olas queriendo alcanzarla, mas no llega, y la luna en silencio se balancea en el cielo” (el mar quiere besar a la luna, del poemario Bitácora), sobre esta particularidad de la obra de Vallejo el reconocido antropólogo y lingüista salvadoreño Rafael Lara Martínez señala: “La conjeturo en rompecabezas que se ensambla y desarma al arbitrio de un maestro poderoso. Visualizo la identidad tal cual una entidad biológica, viva y mutante” (prólogo del libro La decisión, la venganza y otros cuentos). Existe a nuestro juicio una flexibilidad notoria en la obra de Vallejo, una flexibilidad de las palabras, de los conceptos, de las metáforas y de las imágenes. Esta halo de originalidad hace que la obra de Vallejo —por lo menos para los que la leemos desde hace algunos años— no necesite que su nombre aparezca en la portada del libro, pues la obra misma se encarga —con gran elocuencia— de descubrirnos al autor.
 
Trascendencia e impacto

La obra de Mauricio es trascendente, en el sentido que tiene la capacidad de cambiar de dueño con la mayor naturalidad del mundo. Es decir que su producción no le pertenece solo a Vallejo sino que pasa a pertenecerle al lector. Vallejo evidencia que su obra está pensada para que todo el conglomerado de ideas, palabras y metáforas pasen del papel a la mente, el corazón y espíritu de los lectores, que se conviertan en parte del acervo cultural de quien lee su obra. Pero la trascendencia de su obra se refleja en el hecho que su pensamiento está diseñado para que sea recordado sin necesidad alguna de la presencia física del libro, porque al contrario de lo que ha sucedido con otros autores de su generación, la obra de Vallejo tiene vigencia, fuerza, vitalidad, y su presencia no está limitada  a las repisas de algún mueble o estante, no es su trabajo ni de pasillos ni imaginario. Por ejemplo la última obra de Vallejo (Bitácora) es el libro más presentado del año 2013 en El Salvador y con certeza uno de los más leídos del año, y sin duda ninguna el mejor de un autor de la generación de “Posguerra”. La poesía de Vallejo no es como el ruido del viento que —aunque a veces sonoro— suele desvanecerse con el tiempo, sino que está más cercana a las palabras del conocido poeta mexicano Juan Crisóstomo Ruiz —conocido como Amado Nervo— quien escribe: “A la poesía se la considera como una sembradora que en dondequiera que hay una mota de tierra laborable deposita un semilla generatriz, como una fuerza real que tonifica, embellece, engrandece la vida y el trabajo de los hombres”. Tales palabras encajan porque la obra de Vallejo es productiva, fuerte y determinada a ser bella “per se”.

Confluencia de Oriente y Occidente en la “Bitácora” de Vallejo

En  la producción de Mauricio existe una integración inter-cultural de gran altura, capaz de enlazar conocimientos y tradiciones universales difíciles de encontrar en otros autores salvadoreños y centroamericanos. Y es que cuando se lee a Vallejo se lee también la gran tradición literaria de Occidente, en ese mar hay olas que proceden de esa tradición, además está presente en su obra la magia de la literatura latinoamericana, sus personajes, sus contextos, sus costumbres etc. Están además los elementos propios del pensamiento y filosofía de los pueblos ancestrales de América, su astronomía, cosmogonía y riqueza lingüística.
Pero hay una influencia que viene de otra parte, que viene de los mares y dunas del Oriente y es que en Vallejo están presentes de manera perfectamente integrada los sutiles trazos y la seducción propia de la tradición cultural de la tradición literaria islámica y sefardí, cuando Vallejo nos comentaba su intención de incorporar algunos elementos islámicos a su obra, debemos confesar que sentimos inquietud y un cierto temor, pues hemos sido testigo del estrepitoso fracaso de otros autores que intentaron realizar semejante empresa, pero su “Bitácora” cumplió con el cometido, hay una excelente integración de los elementos utilizados para describir el Paraíso musulmán: su obra está llena de agua, arroyos, frescura, dulzura y contemplación, que son metáforas que utiliza el Sagrado Corán para describir el éxtasis paradisíaco: “Anuncia a aquellos que creen que les aguardan jardines celestiales por los cuales fluyen arroyos” (2:25). Al leer algunos de los versos de Bitácora no podemos pasar por alto que tales palabras nos parecen un vivo diálogo con Omar Khayyam, Rumí, Hafez, Ferdowsí, y los contemporáneos Mahmud Darwish y Salah Hassan, que fueron y son parte de la gran tradición cultural del Oriente Islámico, por ejemplo en el poema Capitán Llega ya la noche del poemario bitácora, ahí mismo está el espíritu del poema No te aflijas de Shamsuddin Hafez o el poema Si no fuera por usted mi Capitán en donde hay una espléndida semejanza con La caravana en el desierto de Omar Khayyam. Dice Helmut Hatzfeld refiriéndose a los poetas arábigo-andaluces que: “Extendieron de generación en generación el uso de la metáfora, primeramente abierta, después oculta, y al fin cada vez más complicada, es una continua repetición y variación”, tal cual lo hace Vallejo.  Esta capacidad de integración, de valentía y perfecta conjunción hace que su obra sea —sobre todo dentro de los autores de su generación— incomparable, pues es una desembocadura literaria de tradiciones y mundos que parecen tan distantes pero que son cercanas y accesibles a través de la Bitácora de Vallejo Márquez.
*Editor de la primera revista islámica digital de Latinoamérica (www.redislam.net), ensayista, articulista y director del Área de Cultura y Publicaciones de la Asociación Cultural Islámica Shiita de El Salvador (www.islamelsalvador.com )

Bibliografía:

Nervo Amado, Obras completas, volumen XXIII, Biblioteca Nueva Madrid, Segovia, España.
El Sagrado Corán, Traducción comentada de Raúl González Bórnez, Qom, Irán, Editorial Elharme Shargh, 2010.

Relámpago de poesía persa y andalusí, trabajo encontrado en:
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/08/relampago-de-poesia-persa-y-andalusi/

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