Tres preguntas a Gilles Kippe*. Fragmentos del libro ¿Guerra santa o lucha política? De Pedro Brieger
domingo, julio 23, 2017
1 Los medios de comunicación en Estados Unidos suelen seguir
en política exterior los lineamientos del gobierno; sin embargo, de su
lectura aparece que presentan al islam
como el nuevo enemigo de Occidente, de manera incluso más dura que el propio
Departamento de Estado.
-Sí es verdad, pero también los medios están divididos al
respecto. La mayoría ve al islam como enemigo, que es también lo que vende,
pero los medios de comunicación van a cambiar en el momento en que cambie la
política del gobierno. Los medios tienen una pequeña autonomía, pero sobre
temas de política exterior se van a alinear detrás de la opinión dominante. Por
otra parte, justamente los dirigentes islamistas tratan de demostrar lo
contrario.
2 ¿De qué manera se analiza en Occidente el resurgimiento
del islam como fenómeno político?
-Por lo general, es a partir del estudio de las religiones
occidentales como se elaboran las nociones y los conceptos luego empleados para
pensar lo diferente. Desde el punto de vista de París o de Nueva York, los
acontecimientos del mundo islámico son producto del «integrismo musulmán» o muslim fundamentalism , pero hay que
tener en cuenta que integrismo y fundamentalismo son categorías nacidas
respectivamente de los universos católico y protestante y que un simple juego
metafórico no autoriza a concederles valor universal. Utilizar estas categorías
reductoras y arbitrarias dificulta el conocimiento del fenómeno en su conjunto.
3 ¿Irán, sin lugar a dudas está en el centro del conflicto
entre Occidente y el islam, ¿cómo se explica está evolución tan particular de
Irán de un gobierno de corte netamente occidental en épocas del sha a éste
gobernado por teócratas?
-La situación político-económica de Irán en épocas del sha presentaba
características únicas y paradójicas. La fabulosa riqueza acumulada gracias al
petróleo había permitido dotar a un país muy poblado de infraestructura de todo
orden con un amplio apoyo financiero. Al contrario de lo que sucedía en Egipto
o en Siria, en las universidades iraníes los docentes estaban bien remunerados,
y los estudiantes prometedores, becados con fondos estatales, hacían sus
doctorados en Estados Unidos. Los más notables dirigentes y tecnócratas de la
República Islámica se reclutaron entre estos graduates de las universidades estadounidenses.
La originalidad de la situación iraní actual estriba también
en otro hecho: los particulares vínculos entre los religiosos y el poder. En el
islam shiita existe una clerecía jerarquizada, dirigida por cierta cantidad de
doctores de la Ley aptos para interpretar los textos sagrados a su antojo
aunque, en términos ideológicos, la doctrina shiíta considera que quien ejerza
el poder carecerá de legitimidad hasta el advenimiento del imán oculto, Al
Mahdí, cuya llegada auguran los doctores de la Ley y a quien los shiítas deben
obediencia.
*Para leer la entrevista completa, consultar: Pedro Brieger,
¿Guerra Santa o Lucha Política?, (Buenos Aires, Editorial Biblos, primera
edición 1996) páginas 155 a 157.
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