¿QUIÉN LE TEME A LOS PACTOS DEL PROFETA MUHAMMAD CON LOS CRISTIANOS DEL MUNDO? Por Roberto Verttuti

lunes, marzo 19, 2018


Por cierto, el título también sería correcto si se dijese “¿Quién le teme a la verdad?”. Porque de eso se trata. Se teme tanto a la verdad como a quien la propala.  Se teme a Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo, porque estos y la verdad van junto con pegado. Pero el título de la nota entendemos que es mejor porque “verdad” es un sustantivo abstracto que adquiere “vida” al aplicárselo: la verdad va ligada al objetivo del conocimiento y se manifiesta cuando se obtienen resultados que no se pueden cuestionar porque resultan evidentes con seguridad y certeza. Independientemente del peso que tenga. Y Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo, objeto de conocimiento, no tienen nada de abstractos sino que son una realidad como el universo, como el río que corre, como el texto que usted lee. E incluso se teme más aún la difusión y/o aplicación de Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo. Nos explicamos. Luego del redescubrimiento de estos Pactos por parte del Dr. John Andrew Morrow, hubo intentos de volver a ocultarlos y desvirtuarlos, de distintas maneras, como decir que correspondieron a un período histórico que ya no tiene vigencia. También se ha usado aquello de “cambiar algo para no cambiar nada”, bajo la forma de “decir algo para no decir nada, para que todo quede igual”. A ese tratamiento de los Pactos, prácticamente perverso, se opone ―lo que hace a la diferencia― el estudio histórico, racional, en contexto, profundo, cimentado en pruebas. Esta es la consideración que les dio y da el Dr. John Andrew Morrow, lo cual creó un verdadero maremoto en las mentes anquilosadas y/o malintencionadas tanto de Oriente como de Occidente. Son esas mentes  decrépitas las que, asustadas, balbucean algo para no decir nada de peso ―como presentar el texto o supuesto texto de un pacto sin ningún tipo de explicación o clarificación―, excepto, de hecho, la negación y rechazo de los mismos. De ahí lo majestuosamente brillante del redescubrimiento de Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo  por parte del Dr. John Andrew Morrow, quien los analiza de manera muy profunda y meticulosa, expone sus investigaciones en distintos idiomas, polemiza de manera cierta y documentada con quienes los niegan-rechazan-desconocen y demuestra cómo fueron aplicados exitosamente ―aunque con muchas lagunas― a lo largo de los siglos. Y una actitud así, destaca sobremanera y ejemplarmente hasta al más humilde transeúnte de ese camino. Vale la pena destacar que quien lo transita, en este caso el Dr. John Andrew Morrow, se juega permanentemente en todos los planos de la vida en esa tarea pues quienes objetan dichos Pactos saben que de aplicárselos hoy día se terminaría con la mayor parte de la sangría asesina en pos del enriquecimiento sin límites que persiguen, precisamente, bastantes de quienes los denigran. Efectivamente, los grandes enemigos de la vida, que son los grandes enemigos de la verdad, y también los grandes enemigos de la humanidad, ven cómo el trabajo con esos documentos va creando los anticuerpos que anularán sus maniobras canallescas basadas en la mentira, el engaño y el robo criminal genocida.  


El Dr. John Andrew Morrow devuelve a la luz del día un trabajo magnífico por su contenido y su meta: contiene estipulaciones dadas por Dios al género humano y persigue la tan ansiada paz, concordia y fraternidad entre todos los seres humanos de buena voluntad que buscan transformar los armamentos en instrumentos de progreso y bien público; los conciliábulos del mal y de la codicia en asambleas populares de la alegría y la felicidad; la miseria y egoísmo vejatorio de la dignidad en solidaridad, hermandad y convivencia pacífica. Y esto es odiado por los poderosos, por quienes quieren poner a toda la humanidad a su servicio a través de un esclavismo sanguinario y por medio de una mentira gigantesca que pasa por la demonización del Islam y la repulsa absoluta de Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo, a los que tratan, entre otras cosas, de “inventos de los cristianos”. Peor aún, esos poderosos que odian todas las religiones aunque se disfracen con algunas de ellas, quieren hacer desaparecer, para beneficio propio, a una sexto o más de la humanidad, como está documentado en distintas partes. Allí tenemos las Piedras Guía de Georgia (EEUU) erigidas en 1980, que proponen mantener la población mundial en 500 millones de personas gobernadas por un solo ejecutivo global, cifra parecida a la propuesta, con el mismo fin, por Mijail Gorbachov. También tenemos la propuesta del creador de CNN, Ted Turner, quien dice que como máximo deberían habitar el planeta solo 300 millones de individuos. O peor aún, contamos asimismo con la propuesta de Dave Foreman ―cofundador de “Earth First” ― que habla de que esa cantidad no debe pasar los 100 millones… Pero lo que sostiene el Dr. John Andrew Morrow, en base a Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo, es que el planeta está en condiciones de cobijar una población mucho mayor a la actual y que la condición a ese efecto es aplicar las estipulaciones enunciadas por el Profeta Muhammad en sus Pactos: que la Tierra sea una Confederación de Pueblos Libres regida por las pautas del Creador. Es por eso que hoy día lo más temido por los manipuladores del genocida Nuevo Orden Mundial es la posibilidad de que se vuelvan a aplicar Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo.


Quienes temen a ese redescubrimiento del Dr. John Andrew Morrow, es decir a Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo ―que no son pocos―, se sobrecogen ante la verdad. Porque Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo y la verdad son uno, como dijimos, en esencia y en espíritu.


¿Quiénes temen a la verdad? La verdad aterroriza al transgresor, al perverso, al terrorista, al egoísta, al usurpador, al timador, al criminal, al ególatra, al mezquino, al ruin, al materialmente poderoso, al salvaje militarista a ultranza, al mentiroso, al explotador y esclavista, al racista, al elitista, al farsante, al canalla, al inmoral, al hipócrita, al gobernante corrupto, es decir, a quienes adoran el escarnio…


Todos los que atentan contra la verdad, porque no les conviene o porque el odio cegador y absurdo los devora, se valen de cuanta maniobra política o acto repudiable les venga a mano para seguir manteniendo sus privilegios o conductas abominables. Por eso alguien dijo que la verdad y la política nunca se llevaron demasiado bien y que la verdad nunca fue considerada una virtud política. La política solo enaltece y se vuelve una virtud cuando es guiada y fundamentada en la normativa sagrada de los textos revelados y/o grandes expresiones espirituales o tradiciones genuinas. Resulta clarísimo. Los que temen a la verdad, es decir, los amantes de sus intereses políticos normalmente mezquinos, son los amantes del escarnio. Y cuando ante ellos se presenta un sol de justicia, amor, fraternidad, honestidad, entrega, esfuerzo, solidaridad y sacrificio por los demás ―las cosas que exhiben los textos revelados por Dios a la humanidad y Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo―, la cólera demente y arrasadora de quienes se sienten marcados por el oprobio trata de anular, por los medios que sean, esa manifestación. Por eso se teme a quien ilumina con ese sol.


La gran arma, la primera en usarse para anular algo, es la tergiversación, la mentira, el engaño. Enterémonos de quiénes abierta o encubiertamente se oponen al trabajo del Dr. John Andrew Morrow con Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo y conoceremos a las almas en las sombras que odian esos documentos. Desgraciadamente, no pocas veces se trata de individuos iluminados permanentemente por las lámparas de los escenarios pomposos o por la apariencia, en sus vidas de “grandes personajes”, “intelectuales probos”, “religiosos eméritos”, etc. Esas almas de la penumbra y la sombra podrán ser todo lo malvadas que se quiera pero por lo general no dejan de ser astutas. Usan todos los medios del caso para presentar la verdad como mentira y viceversa. Usan todo tipo de instrumentación intelectual-filosófica-ideológica-psicológica-política para hacer creer que algo no tiene existencia real o es inapropiado. Ponen en duda prácticamente todo, al punto de hacerlo increíble: lo existente no existe; lo que se dice nunca sucedió; las fechas que se dan como documentadas carecen de comprobación; se desconoce quienes redactaron tal y cual cosa aunque haya una lista de 10, 20 o 30 personas; las circunstancias históricas dadas son incomprobables y así de seguido. Crean una confusión muy enmarañada con el objetivo de que la gente se aburra, se sienta impotente para develar lo real, impotente para discernir. De lograrlo, “convencen” de que nunca aconteció tal cosa y hasta atacan con vehemencia y con las acusaciones más absurdas a quienes demuestran palmariamente la realidad de los hechos.


Por el contrario, quien se mueve con la verdad, quien presenta los hechos con fundamentos comprobables y sólidos, no necesita nada de eso. El de la verdad por lo general es Abel y el del engaño o tergiversación por lo general es Caín. La verdad, indiscutiblemente, siempre está en inferioridad de condiciones materiales frente a la mentira. Porque quien usa esta recurre a cualquier artilugio, por más falso e incierto que sea, para imponerse. Pero quien opera con la verdad jamás hace tal cosa. Por eso la mentira, engaño u ocultamiento resultan más “prácticos” en lo simplemente mundanal. Además y por lo general, la verdad molesta a muchos pues les impide, de atenerse a ella, la obtención de placeres y situaciones de regocijo ordinarios así como de poder material mediante la explotación y violación de los más elementales derechos humanos. Por eso son bastantes los que se alejan de los que no transigen con la mentira y la distorsión de la verdad. Muchas veces esta produce dolor y casi nadie está dispuesto a sufrir. Por eso muchos aceptan solo formalmente Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo. Dicen que están bien, que son auténticos, pero no obran en consecuencia. Ni los terroristas encubiertos en la mentira más enloquecida, ni los sátrapas genocidas disfrazados de buenas personas islámicas, ni otros con un gran morbo hacia el Islam ―que tampoco son pocos― están dispuestos a reconocer Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo ―más allá de lo formal― y actuar en consecuencia: proceden así porque de otro modo dañarían o irían en contra de sus intereses mezquinos, egoístas o antirreligiosos. Los hijos de la sombra, de la oscuridad que alberga a los bellacos, solo deambulan, se reproducen y son fuertes en las tinieblas. Por eso niegan la verdad, en este caso Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo.

En cambio, la verdad busca la luz, es amiga de la luz, evita ocultarse, se manifiesta con una gran transparencia.

Pero en el mundo, especialmente el actual, el engaño, la tergiversación, la mentira son las formas “normales” de operar. La mentira se ha metido en el conjunto de la sociedad humana como un hábito o costumbre y desprecia con pavor lo opuesto: la verdad. En esta sociedad, para mal de la inmensa mayoría de la población mundial y resultados calamitosos, se invierte todo. Los déspotas y mancilladores de la verdad se presentan como demócratas y paladines de la honestidad y la moral; los terroristas y violadores se presentan como liberadores; el corrupto se presenta como puritano virtuoso y persona de bien; el agresor como agredido; los que más promueven la violencia injusta y ruin como promotores y receptores de premios por la paz; los más injustos o incapaces intelectualmente como dignos “académicos de renombre”; etc.     

Para las almas de la sombra todo vale, incluidas las mentiras y el invento de situaciones inexistentes. A eso los lleva el temor a Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo. Ya dijimos quienes son los que temen Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo. Y el porqué de ese pavor es evidente. Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo reducen a polvo toda la mentira ideológica y supuestamente religiosa que nutre al terrorismo antiislámico disfrazado de islámico y marca a fuego, de hecho, a quienes fueron y son los creadores del mismo: los imperios genocidas de Occidente (IGO) y sus viles servidores de la península arábiga y aledaños. La presentación de Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo a los reyezuelos antiislámicos de la península arábiga, a los terroristas y a los países integrantes de una de las alianzas más asesina como es la OTAN, tienen el mismo efecto que la presentación de La Biblia a Drácula: se caen todas su mentiras, quedan expuestas, de hecho, sus malditas tramas y complots urdidos a costa de sucesivas matanzas de inocentes en Occidente y en Oriente.

Para todos los artífices del mal, Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo son temibles porque no se trata de una teoría sino de algo aplicado con éxito. Intentar revivir esa práctica genera odio y temor a los habitantes de las sombras quienes, por ahora, la desconocen, la niegan, la rechazan.

Por último, no debemos dejar de tener en cuenta que, en grandísima medida, el mundo está manejado por los injustos, por las almas de la sombra. Pero están quienes, como Kant, sostienen que “los hombres no pueden tolerar la vida en un mundo privado de justicia” y que ese “derecho humano se considera sagrado sin tomar en cuenta los sacrificios que exija”. Todo indica que en ese camino está el Dr. John Andrew Morrow con su redescubrimiento y estudio de Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo, por lo que corresponde apoyarlo.-

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