Una revolución forjada sobre fuego puro
viernes, enero 05, 2018
Me imagino el momento en que el
Ayatolá Jomeini desciende del avión de Air France, lo espera una multitud sin
precedentes en Teherán, todos vitorean, cantan y enarbolan himnos en honor al
triunfo de la Revolución. Ese estallido de júbilo y esas sonrisas que solo la
miel del éxito puede generar, no durarían mucho, después se convertirán en
fragmentaciones. Y es que a 39 años de su llegada, es una Revolución que tiene
sus mártires, sufrimientos, aislamiento, embargos y enemistades encarnizadas;
en sus primeros pasos ya tenía iniciada la cosecha de mártires –Mutahharí por
ejemplo– y las primeras señales de cáncer –Bani Sadr por citar un caso–.
También habría de enfrentarse abiertamente con el rechazo mundial, empujado,
obviamente por la enemistad gratuita de los gobiernos de EE.UU, Israel y
algunos países europeos, de hecho estos orillaron a la Revolución a defenderse
de Sadam Hussain en la llamada –por los iraníes– «Guerra Impuesta (1980-1990)» que duraría un decenio y cuya meta
era la desmembración de la joven revolución. Casi veinte años después los gobiernos
enemigos de Irán intentaron aprovecharse del empuje de las entonces fashion primaveras árabes, y en 2009
quisieron asestar un golpe severo al gobierno iraní bajo esta modalidad pero no
pudieron y pusieron en su lugar los ojos en la cercana Siria. A esto habrá que
añadirle los intentos de asesinato y los muchos muertos en varios atentados, y
otras cosas macabras y condenables, bien dice el poeta y ensayista mexicano
Octavio Paz que: «El ideal del diablo es
la indiferencia universal».
Vemos entonces que los
esfuerzos por debilitar y arrancar del
seno de la tierra y de la historia política a la Revolución fueron siempre
intensos y cargados de gran virulencia. En diez años había ya más lágrimas que
alegría. Los siguientes veinte años transcurrieron bajo una dinámica parecida
aunque matizada con triunfos políticos de altura de parte de la diplomacia
iraní, y de un progreso científico y militar considerable, hasta llegar a ser
no solo la envidia de las monarquías y emiratos árabes, sino la primera
potencia política, militar y económica del Mundo Islámico.
En la actualidad este
movimiento cuenta con sus enemigos apriorísticos dentro del Mundo Islámico,
esos que a toda costa le desean el mal con energía desbordada, ahí están por
ejemplo los militantes salafistas o los aún más extremistas wahabíes que son
como dice Ernesto Sabato verdaderos «Loros
repetidores de libros santificados».
Es obvio que esta Revolución
es perfectible, y sus líderes deben escuchar las críticas orientadas a
mejorarla y fortalecerla, y no hablamos de aquí de propuestas estilo primaveras
o movimientos verdes, sino aquellas que surgen de la buena voluntad política de
construir un país y un pueblo cada día más fuerte.
A pesar de todo y casi con
cuarenta años de su empoderamiento esta Revolución sigue forjándose bajo fuego
puro, bien decía el filósofo estoico y -padre del ensayo- Séneca que solo a los
mejores hombres se les prueba con las cosas más duras, con el hierro más
candente.
Redacción de la Revista
Biblioteca Islámica
San Salvador, El Salvador C.A.
Febrero de 2018
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