La arabofilia de Ángel Ganivet por Constantino Lascaris Comneno
martes, noviembre 28, 2017
Este es uno de los temas más interesantes del pensador
granadino: su arabofilia. Fue uno de los iniciadores del fuerte movimiento de
reivindicación del árabe español, frente al absoluto desprecio y negación de
los siglos anteriores. Tras él, poco a poco ha ido reconociéndose a los árabes
todo lo que de positivo y auténtico, arquetípico y maravilloso aportaron a
España.
Este deseo de reivindicación, en Ganivet, es puramente
afectivo, no obedece a estudios profundos, sino a un íntimo llamado de la
sangre. Es muy significativo que hable de un período hispano-árabe en lugar de
nombrar la Reconquista; recalca la unidad de los paralelos procesos: el
cristiano y el árabe; eludiendo el aspecto de lucha a exterminio, tan decantado.
“España, invadida y dominada por los bárbaros, da un paso atrás, hacia la
organización falsa y artificiosa; con los árabes recobra con creces el terreno
perdido y adquiere el individualismo más enérgico, el sentimental, que en
nuestros místicos encuentra su más pura forma de expresión.“Los árabes no nos dieron ideas; su influjo no fue
intelectual, fue psicológico … Así, pues, los que con desprecio y encono
sistemático descartan de nuestra evolución espiritual la influencia árabiga
cometen un crimen psicológico y se
incapacitan para comprender el carácter español”
Es lo mismo que decía Unamuno : “Usted profesa antipatía a
los árabes, y yo les tengo mucho afecto, sin poderlo remediar”. Este “sin
poderlo remediar” denuncia el origen de esta reivindicación, de índole
exclusivamente afectiva, en la cual confunde e identifica la imaginación
árabiga con lo místico “… lo místico es lo español, y los granadinos somos los
más místicos de todos los españoles, por nuestro abolengo cristiano, y más aún
por nuestro abolengo árabigo”. De ahí su afición desmedida por Africa su
continente preferido.
En parte esta afición se halla en los novelistas franceses
de la segunda mitad del siglo XIX; especialmente la influencia de Guy de
Maupassant en Ganivet es intensa. Ambos presentan idéntica sugestión por una
visión arrobadora del Oriente, por un
ensueño de alquiceles blancos y caballos de crines al viento, nutriendo los
espíritus de hombres privilegiados.
“Se me antojó de pronto que alentaba en mi interior el alma
oriental, el alma poética y legendaria de los pueblos sencillos y de
imaginación fogosa”.
Gran interés tiene esta atracción de lo árabe para
comprender la visión ganivetiana de la Historia de España. Tras el período
hispano-árabe, España alcanza la grandeza, pero se pierde así misma, y lo árabe
queda como un símbolo de lo que pudo ser y no fue, como una inmarchita
esperanza (lúgubre de tan escondida) de una vuelta a la vitalidad del pasado.
“Luego se sentó (Pío Cid) y se quedó largo tiempo absorto,
con los ojos fijos en las costas africanas, tras de cuya apenas perceptible
silueta creía adivinar todo el inmenso continente, con sus infinitos pueblos y
razas; soñó que pasaba volando sobre el mar, y reunía gran golpe de gente
árabe, con la cual atravesaba el desierto, y después de larguísima y oscura
odisea llegaba a un pueblo escondido (¿los mayas?), donde le acogían con
inmenso júbilo. Este pueblo se iba después ensanchando , y animado por nuevo y
noble espíritu atraía así a todos los demás pueblos africanos, y conseguía por fin libertar a Africa del yugo corruptor
de Europa.
“–Africa –gritó de repente; y conforme el eco de su voz
alejándose hacia el Sur, desde las costas vecinas, parecía repetir: ¡Africa!,
se le iba pasando aquella especie de desvarío”.
Esta es la postura de Ganivet para con lo árabe, y nunca
podría recordarse mejor aquel verso del poeta:
“Tengo el alma de nardo del
árabe español”.
Todas las notas pueden consultarse en el libro: Estudios de
Filosofía Moderna, Constantino Lascaris Comneno, Dirección General de
Publicaciones, El Salvador, primera edición 1966, páginas 133, 134 y 135.
0 comentarios
No se permite bajo ningún criterio el lenguaje ofensivo, comente con responsabilidad.