Dos poemas para Oriente de David Escobar Galindo (poeta salvadoreño)

martes, noviembre 28, 2017




Comentario y selección por la Redacción de la Revista Biblioteca Islámica

Una llama encendida, que se torna en incendio vigoroso. Así podría describir la cosecha literaria de uno de los escritores salvadoreños más importantes de los últimos años, docente, narrador, antólogo, poeta, firmante de los Acuerdos de Paz y sobre todo lector infatigable; sin duda David Escobar Galindo, nacido en 1943 en el occidental departamento de Santa Ana,  tiene su lugar asegurado –fuera de las discusiones e inclinaciones políticas o ideológicas- en el parnaso intelectual y literario nacional. Autor de suelo fértil, hasta la fecha publicó más de 40 obras y una gran cantidad de artículos, columnas y otros textos en distintos medios impresos y digitales, laureado en la región con casi todos los premios importantes. Julián Marías, filósofo y ensayista español decía  -más o menos literalmente- que al dedicarse a una actividad placentera el hombre descubre su efectiva pretensión, Galindo la ha descubierto sin duda en los placeres de la lectura y la escritura. Entre sus libros más conocidos están:

-Cantos a la noche
-Ejercicios matinales
-Devocionario
-Una Grieta en el agua
-Umbral  Oriente
-Universo neutral
-Dios interior
-Álbum de transparencias, noticias del clima
-Índice antológico de la poesía salvadoreña
-Pasión del tiempo

Deslumbrado por sus experiencias en lo que el autor divide como los tres orientes (China, Taiwán e India), nos ha legado un interesante poemario titulado «Umbral Oriente», del que presentamos tres poemas dedicados a ese espacio geográfico tan pleno de hechizo, personajes, historias y fascinación.


Poemas:

«Caminando en el alba por el jardín, me animo
a decirte: -Ilumíname
como lo hace el Oriente con el árbol
que durmió protegido en su indigencia.
Pon tus manos de luz sobre mis sienes
para que ya no olviden
jamás lo que es el día.
Déjame recordar en tus labios ungidos
el azúcar dorada de la Biblia,
el perlado manjar del Ramayana,
las mieles encendidas del Corán.
Y que al llegar la tarde, el día sea
una varia lección de eternidades»

***
(Estrella de la India)
«En la espesura de la piedra
-negra luna creciente-,
ese reflejo de inconclusa noche
que nos atisba desde las entrañas
del tiempo mineral.
Nosotros, áureos seres pasajeros,
nos sentimos llamados
por la belleza que persistirá
serenamente ahí,
cuando ya la ventisca
se haya llevado nuestros más fúlgidos poemas.»


Fuente:David Escobar Galindo, Umbral Oriente, Ediciones Thau, San Salvador, primera edición, 2002,  páginas 224 y 234.  

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