La metafísica de Ibn Siná (Avicena) por María Eugenia Pérez Chanquín (Guatemala)

martes, septiembre 29, 2015



Filósofo árabe del siglo X quien desarrolla su pensamiento con influencia aristotélica y del neoplatonismo, también exterioriza características propias, como la idea de necesidad puesto que ya influenciado por el estagirita, asigna a la metafísica el estudio del ser en tanto que ser, sin embargo hace la interpretación no-aristotélica para demostrar que la mente aprehende necesariamente a la idea de ser. Y es este elemento parte fundamental de su metafísica.

Esta noción de necesidad es primaria para este filósofo, porque para él todos los seres son necesarios, pues la existencia en acto es necesidad, ya que lo que es posible lo es hasta que llega a tener existencia en acto y cuando la tiene adquiere la necesidad debido a su existencia actual, implica que el Ser necesario no puede tener una esencia a la que la necesidad de ser le acompañe, sino que hemos de decir que el ser necesario es el que se entiende a sí mismo como ser necesario.

Éste ser es simple, sin embargo lo que es posible y existe no es simple porque se ven implicados dos elementos que son el de materia que es una sustancia cuyo ser en acto únicamente se produce al recibir la forma corpórea, por una facultad que reside en ella para recibir las formas ya que no tiene en sí misma una forma propia y forma es un nombre común que se aplica en multitud de sentidos, expresando diferentes conceptos: la especie, toda esencia de la cosa que sea, la perfección mediante la cual la especie alcanza sus perfecciones secundarias, la realidad que constituye el receptáculo que la contiene, y la realidad que constituye la especie. Estos dos elementos son tomados de pensamiento aristotélico y los distingue entre posibilidad y necesidad.

Para Avicena la materia es posibilidad, y la forma como existencia en acto, es necesidad. De manera que lo que no es necesario de por sí, necesariamente está compuesto de materia y de acto. Mientras que el ser que es necesario, es simple, existe por esencia o cuya esencia implica la existencia, esto más adelante será la base del principio de la analogicidad del Ser de los tomistas.
Acá se excluye toda contingencia puesto que lo posible (es lo no imposible, es lo que puede ser o no ser) no puede pasar al ser de ninguna otra forma más que por la acción del necesario.
Con esto surge una interrogante, ¿Cómo es viable que el ser necesario, que es simple y único dé lugar a la multiplicidad del mundo? Para que esto ocurra el ser necesario debe originar algo que sea distinto de él, pero que a la vez tenga alguna semejanza y de esto surge el primer intelecto, que es necesario por proceder de Dios, pero ya no es simple debido a que ha sido generado y su esencia ya no se identifica con su existencia.



Por consiguiente, es una mezcla entre necesidad y contingencia, en condiciones de llevar a cabo un acto intelectivo del que surgen tres momentos del ser: estos momentos esenciales del ser en cuanto ente concreto se piensa a sí mismo como necesario, acá la existencia es necesaria, porque la ha recibido directamente de Dios, y como resultado crea el alma que mueve el primer cielo. Cuando se piensa como distinto del ser necesario, se entiende como posible interpretado como contingente, creando de esta forma el cuerpo de ese primer cielo; y necesario por otro, cuando piensa en su origen, porque no tiene en sí la causa de existir.

Va creándose de esta manera una jerarquía de intelectos hasta llegar a un décimo grado en donde se encuentra el intelecto agente, que ilumina la mente de los hombres para que puedan ver las formas puras, y de esta manera, sean capaces de conocer la realidad, que ha de haber pasado por diferentes fases: 1) intelecto, cuerpo y alma de las esferas; 2) intelecto, cuerpo y alma de las estrellas fijas; 3) intelecto, cuerpo y alma de Saturno; 4) intelecto, cuerpo y alma de Júpiter; 5) intelecto, cuerpo y alma de Marte; 6) intelecto, cuerpo y alma del Sol; 7) intelecto, cuerpo y alma de Venus; 8) intelecto, cuerpo y alma de Mercurio; 9) intelecto, cuerpo y alma de la Luna; 10) intelecto agente.

Esta conceptualización del ser necesario permite de alguna manera comprenderlo como unidad absoluta, dado a que es el principio de toda existencia incluso en cada una de las singularidades, de las que están sujetas a generación y a la corrupción. Pero en cuanto reconoce que los individuos son entes mudables, no los conoce con una inteligencia individual, sino que todas las inteligencias provienen del Ser Primero.

Según Ocampo (1999), El Ser Necesario: “se identifica con la divinidad al considerar que puede existir por sí mismo y es necesario en tanto que sólo él puede ser la causa de la existencia de los otros seres, los seres posibles, quienes, por lo tanto, no poseen en sí mismos la razón de su existir sino que la reciben del «ser necesario»” (p. 302).

Este Ser del que se refiere es Dios, que para Avicena es simple, perfecto, inmutable e inefable, menciona que es único siguiendo con uno de los principios básicos de unidad y unicidad de Dios de la tradición islámica, Dios es causa en virtud de su misma esencia.

Cuando nos detenemos a analizar las cosas descubrimos que tienen esencia y existencia, Ya que Avicena menciona que el ente, en cuanto es considerado en sentido absoluto, su existir no es necesario, pero tampoco imposible porque si no, no existiera. En tanto que si se supone como existente o no existente, no implica contradicción porque esta posibilidad es entendida como contingencia, en donde se encontrarán distintas porque no son en sí, sino en función de un agente externo (Dios) y son producto de él. En el caso de Dios, se identifican puesto que es necesario por si, no tiene causa y es único.

Avicena diferencia de forma precisa, primero ha de ser el ser necesario, por otra parte los seres contingentes pueden ser posibles por si mismos o necesarios por otro. De modo que estos seres poseen esencia pero no necesariamente existencia y si llegan a tenerla, ha de ser por otro agente. De ocurrir esto será siempre de forma accidental. No puede haber un ser imposible ya que nuestra mente no lo podría concebir. El ser necesario no puede ser imposible, mientras que el posible puede existir o no existir y para existir necesita de Dios como causa externa.

Este gran filósofo, no piensa que el mundo sea producto de un acto libre de Dios, dado a que en los seres contingentes la esencia no implica su existencia y a pesar de esto vemos que el mundo existe, y por consiguiente, éste tuvo que haber sido formado necesariamente. Dicho de otra forma, el Ser necesario no puede dar lugar a algo que sea puramente contingente, de manera que afirma que lo contingente llega a tener algo de necesario. Pese a lo anterior, insiste en que Dios y los seres contingentes se distinguen por su esencia. En Dios la esencia es la existencia y en los seres contingentes la existencia es un accidente, porque la existencia se les ha sido dada extrínsecamente.

En el cosmos existe un orden o jerarquía que parte desde el Ser Primero hasta la décima inteligencia y los seres separados, hasta el mundo don el ser más perfecto es el animal racional, hasta los vegetales, los minerales, etc., que son seres más imperfectos. Avicena es fiel seguidor del hilemorfismo aristotélico, aunque su noción de forma sea más platónica. En cuanto a la materia, la concibe como lo más alejado del ser necesario ya que es privación, potencia, receptividad y multiplicidad. Y esta connotación servirá para entender su psicología.

De alguna manera Avicena insiste en la superioridad del alma sobre el cuerpo esto se debe a su influencia religiosa y filosófica de la idea angelical de Pseudo Dionisio que según Gonzáles (2009) “En la época medieval se creía que los ángeles eran seres celestes que ayudan y adoran a Dios. Pero no constituyen un bloque uniforme, sino que son un conjunto de seres diferenciados que se rigen por una estricta jerarquía, de la que se habla en textos bíblicos y que pensadores como Pseudo Dionisio, que definió y codificó las jerarquías angélicas en su tratado De coelestihierarchia (Acerca de la jerarquía celeste)” (p. 1).

En conclusión el pensamiento de Avicena se caracteriza por la noción de, que todos los entes son necesarios y al mismo tiempo, para que existan, deben ser posibles. Sin embargo esta posibilidad debe ser entendida como contingencia, porque de esta manera no implica contradicción. Y que existe un ser primero que da origen a todo, y este ser es necesario por sí mismo, es simple y único. Sin embargo para que éste ser que es perfecto, de cabida al mundo, debe llevarse a cabo una gradación, en donde crea el primer intelecto, en el que su esencia ya no se identifica con su existencia, del que, surge otro intelecto y así sucesivamente ha de llegar al décimo que corresponde al intelecto agente, que iluminó al hombre para que pueda ver las formas puras y derivado de esto pueda conocer la realidad.

Bibliografía
AVICENA: EL LIBRO DE LAS DEFINICIONES (Kita – b al-Hudu – d). 1ª parte [traducción española Universidad de Salamanca]. (2010) Recuperado de: www.dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3425677.pdf

El correo de la Unesco. Avicena (octubre 1980) [revista] parís. Recuperado de unesdoc.unesco.org/images/0007/000747/074765so.pdf?

Gonzáles H., Irene (2009) los Ángeles. [Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. 1] Universidad Complutense de Madrid. Recuperado: https://www.ucm.es/data/cont/docs/621-2013-11-13-Angeles.pdf

Ocampo, J. (1999) AVICENA: Médico árabe medioeval (México). Recuperado: sisbib.unmsm.edu.pe/bvrevistas/anales/v60_n4/pdf/a10v60n4.pdf

Saranyana, José I. (1985) POSIBILIDAD Y NECESIDAD DE AVICENA. (Anales del Seminario de Historia de la Filosofía) Ed. Univ. Complutense. Madrid. Recuperado de: http://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/download/ASHF8585110239A/5140

Origen:http://arje.usac.edu.gt/?p=753

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