La obvia existencia de Dios por Harun Yahya

domingo, agosto 03, 2014

Desde el momento en que el hombre abre sus ojos a este mundo, comienzan a rodearle un gran número de situaciones. Él necesita oxígeno para sobrevivir. Es interesante cómo la atmósfera del planeta en el que vive le provee de la adecuada cantidad de oxígeno que necesita.  De esta manera, puede respirar sin dificultad. Para la existencia de la vida en este planeta, es necesaria la existencia de una fuente de calor. En respuesta a esta necesidad, el sol está situado a la distancia adecuada para emitir únicamente la cantidad exacta de calor y energía necesaria que el hombre necesita. El hombre necesita los alimentos para sobrevivir. Cada rincón del planeta posee una asombrosa diversidad de provisiones. Asimismo, el hombre necesita agua. Sorprendentemente, tres cuartas partes del planeta está cubierto de agua. El hombre necesita refugio, y en este mundo, existe tierra para construir y una gran variedad de materiales con los que construirse un hogar.

Estos son solo algunos de los billones de detalles que hacen posible la vida en la tierra. En definitiva, el hombre vive en un planeta perfectamente diseñado para su supervivencia. Es ciertamente un planeta  “ creado para los seres humanos”.

La interpretación de las personas sobre el mundo descansa en “métodos de pensamiento adquiridos”. Ese es, el pensamiento en el cual ha sido educado, o peor aun, la forma en que está indoctrinado. Bajo este pensamiento, suele rechazar todo lo mencionado como “realidades triviales”. No obstante, debe apartase de esta consideración, y comenzar a cuestionarse sobre las condiciones que hacen posible nuestra existencia, huyendo de los límites del actual pensamiento y comenzando a pensar en:

¿Cómo la atmósfera sirve de techo protector para la tierra?

¿Cómo cada una de las billones de células del cuerpo humano conoce y ejecuta cada unas de sus tareas?

¿Cómo es posible el extraordinario balance ecológico existente en la tierra?

La persona que intenta dar respuesta a estas cuestiones está en el camino correcto. No permanece insensible a las cosas que suceden a su alrededor, y no se siente ignorante ante la extraordinaria naturaleza del mundo, la persona que se autocuestiona, que reflexiona e intenta responder a estas cuestiones y lo hace sobre cada aspecto del planeta, comprueba que el plan y el orden descansan en:

¿Cómo fue posible el orden perfecto de todo para que el universo comenzase a existir?

¿Quién provee a este mundo de este delicado balance?

¿Quién creó e hizo emerger en la naturaleza los increíblemente diversificados, seres vivos?




Cada detalle, la excelente estructura del ala de un insecto, el sistema que permite a un árbol llevar toneladas de agua hasta la mas alta de sus ramas, el orden de las plantas, y la proporción de gases en la atmósfera, son ejemplos únicos de perfección.

En cada detalle de la infinita variedad de este mundo, el hombre encuentra a su Creador. Dios, el dueño de todo el Universo. Él mismo, introduce al hombre a través de su perfecto diseño en Su creación. Todo a nuestro alrededor, los pájaros volando, nuestros latidos del corazón, el nacimiento de un niño o la existencia del sol en el cielo, manifiesta el poder de Dios y su creación. Y el hombre lo que debe hacer es comprender este hecho.

Comprender el hecho de que en la existencia todo ha sido creado. Y una persona inteligente comprueba el diseño y sabiduría existente en cada detalle de la infinita variedad del mundo. Esto le lleva al reconocimiento del Creador.

No ignores por tanto, que todo ser vivo, viviente o no viviente, demuestra la existencia de Dios. Mira a tu alrededor y procura apreciar de la mejor manera la eterna grandeza de Dios.

La existencia de Dios es obvia. Ignorarlo, será el comienzo del mayor de los daños que nos podemos hacer. Simplemente porque Dios en sí, no necesita nada. Él es el Único que demuestra Su grandeza en todas las cosas, en todas las formas.

Dios es el dueño de todo, desde los cielos hasta la tierra. El Corán nos enseña los atributos de Dios:

Allah, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador. Ni la somnolencia ni el sueño Le afectan. Suyo es cuanto hay en los cielos y cuanto hay en la tierra. ¿Quién puede interceder por alguien ante Él, si no es con Su permiso? Sabe lo que hay ante ellos y lo que hay tras ellos, y no abarcan nada de Su conocimiento a menos que Él quiera.
El escabel de Su trono abarca los cielos y la tierra y no le causa fatiga mantenerlos. Él es el Elevado, el Inmenso. (Sura Vaca 255).







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