La religión y el Estado en la sociedad musulmana por Louay M. Safi

lunes, febrero 24, 2014

Muchos intelectuales insisten hoy que el Islam es una parte integral del Estado. El Estado en una sociedad comprometida con el Islam, enfatizan ellos, es por definición un Estado islámico, dado que las autoridades políticas están atadas a la Ley Islámica, lo cual tiene una influencia directa en la ley constitucional. Esto ha creado una confusión acerca de la naturaleza del Estado islámico, y ha dado surgimiento a la aprehensión por parte de los eruditos modernistas, quienes temen que casar de nuevo al Islam con el Estado dará nacimiento a la teocracia.

La confusión no está, por supuesto, limitada a observadores y comentaristas externos, quienes tienden a extrapolar intencionalmente en su análisis de la experiencia histórica de la sociedad occidental, sino que también afecta a aquellos que defienden la formación de un Estado político sobre la base de los valores islámicos. La dificultad surge de los esfuerzos por combinar el principio de gobierno popular con aquel de un Estado atado a las reglas de la ley islámica. Esta confusión es, en mi opinión, el resultado de igualar la estructura política de la Ummah con la estructura política del Estado, y consecuentemente, confundiendo las funciones de la Shari'ah con aquellas del Estado. Esta confusión no está restringida a los trabajos oscuros o herejes. Se encuentra en los trabajos de pensadores musulmanes contemporáneos. En su libro, Nadariat al-Islam wa Hadihi,Sayyid Abu al-Ala al-Mawdudi, por ejemplo, señala dos clases de objetivos a ser asignados al Estado islámico: objetivos negativos “como desalentar la agresión y preservar la libertad de la gente y defender el Estado” , y objetivos positivos, tales como “prohibir todas las cosas ilícitas que han sido condenadas por el Corán”. Mawdudi concluye afirmando la totalidad de los objetivos del Estado en base a la comprensión de los objetivos de la Shari'ah.

Él escribe:

“Obviamente, es imposible para tal Estado limitar su marco de trabajo,porque es un Estado completo que abarca la totalidad de la vida humana, delineando cada aspecto de la vida humana con su color moral y programas reformistas particulares. Entonces, nadie tiene el derecho de ponerse de pie contra el Estado y eximirse a sí mismo de la responsabilidad, diciendo que este es un asunto personal, para que el Estado no se entrometa. En resumen, el Estado abarca la vida humana y cada área de la civilización de acuerdo a su teoría moral particular y programa reformista particular. Entonces, hasta cierto grado, es similar al Estado comunista y fascista. Pero a pesar de esta totalidad, el Estado islámico es libre de las cualidades que dominan a los Estados totalitarios y autoritarios de nuestra era. De esta forma el Estado islámico no restringe la libertad individual ni tiene espacio para la dictadura o la autoridad absoluta”.

La afirmación anterior refleja el estado de confusión que hemos estado señalando justo hace un momento. En un solo párrafo, el autor caracteriza el Estado islámico como totalitario, lo asemeja a los estados comunistas y fascistas, y enfatiza que nadie tiene derecho de levantarse contra el Estado y resistir su intrusión en la vida personal. Luego se contradice a sí mismo, dos frases después,negando que el Estado islámico pueda restringir la libertad individual. Indudablemente, esta aseveración acerca del carácter totalitario del Estado es el resultado de confundir las funciones del Estado en el plano legal de la Shari'ah,con las funciones de la Ummah en el plano moral y educativo. La distinción entre estas dos clases de objetivos es, de esta forma, de vital importancia para prevenir que el Estado imponga en el público general un orden normativo basado en una interpretación estrecha de la ley. El Estado islámico, debe enfatizarse, no es una institución devota de avanzar sobre los intereses de la comunidad musulmana, sino un sistema político basado en principios universales, comprometido a mantener la paz, la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos sin tener en cuenta sus doctrinas, religiones, nacionalidad, raza o género.

Fuente: CONTRIBUCIONES MUSULMANAS A LA CIVILIZACIÓN UNIVERSAL, EDITADO POR BASHIR AHMED, SYED AHSANI Y DILWANAZA SIDDIQUI, PUBLICADO POR EL INSTITUTO INTERNACIONAL DEL PENSAMIENTO ISLÁMICO, PÁG 24.

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