Poesía de Hafez Shirazí
lunes, septiembre 28, 2015
Alba
Esto dijo al alba el ave a la rosa recién despertada:
«Sé amable, pues muchas como tú florecen en esta explanada.»
La rosa rió: «Verás que en verdad no mostramos dolor,
Mas nunca un amante con tan duras palabras acosó a su amor.
Si tu deseo es beber vino de rubí de la copa enjoyada
Debes ensartar perlas y corales traspasados por pestañas.
No puede atraer a las ventanas de su nariz el sabor del Amor
Quien el polvoriento suelo de la taberna con la mejilla no barrió.»
Anoche, en el jardín de Iram, cuando en el aire agradecido
La brisa del nuevo día meció las hermosas trenzas de jacinto
Pregunté:«Trono de Jamshid, ¿dónde está la copa que revela el mundo?
Suspiró: «Esa despierta fortuna yace ahora en un sueño profundo.»
No siempre de la lengua brotan amorosas palabras:
Ven, trae vino, oh tabernero, pon fin a esta charla.
Las lágrimas de Hafiz arrojan al mar su paciencia y talento.
¿Qué hacer si no puede ocultar cómo el amor desgarra su ser?
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
El amigo perdido
¿Dónde está el amante que no ha hallado su hermano en el dulce martirio?
No le falta razón al lamento de Hafiz.
Su historia es extraña historia y es su tono maravilloso.
Fieles creyentes:
en otro tiempo tuve un amigo al que podía confiar todas mis penas:
corazón que las compartía y que me daba su consuelo.
Cuando yo gemía en medio de la tempestad,
él sólo sabía hablarme de las tranquilas riberas.
Pero cuando me extravié en los caminos del amor, perdí mi amigo.
En vano he buscado, llorando, sus huellas.
En la embriaguez de mi desesperación, tened piedad de mí; de mí,
que alguna vez fui juicioso y sutil y que ahora no soy sino
un pobre hombre cuya razón vacila.
Cuando mis palabras eran inspiradas por el amor,
cada una de ellas era saludada a su paso.
Pero no elogiéis más la cordura de Hafiz,
puesto que sois testigos de su locura.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
El enigma de la vida
Con el vino de anoche cantando en mi cabeza
Al amanecer buscaba la taberna,
Aunque medio mundo en la cama dormía
Y el arpa y la flauta sonaban todavía,
Creando un placentero canto matutino;
Ya estaba llegando la copa de vino:
-Razón-, dije yo, «ya debías marcharte
Si quieres llegar a tu diario destino,
La santa ciudad de la intoxicación».
Así pues, la despedí y se marchó
Con una botella para los amigos del viaje.
Solo en la taberna, observé a la criada
Y quise conquistarla con mi labia,
Mas desdeñosa se volvió,
y se burló de mi ilusión.
Dijo, enarcando las cejas:
«¡Tú, blanco de toda mala lengua!
Mi cintura no rodearás,
Ni siquiera por todas tus baladas,
Mientras solo te veas a ti mismo
Como centro y fin en lo creado.
Apresa en tus redes a otro pájaro
No llegas al nido del Anka, amigo.»
Entonces me refugié de tal océano
En la buena arca del vino, mas ¡ay de mí!
Ella es de doncellas un compendio
Es Saki, camarada y trovador,
La que rechaza mi pobre corazón.
¡El ego es lo que debes superar, Hafiz!
Presta atención a la sabiduría
De la hija de la taberna; vanidoso,
Ficción de agua y barro construida
Cuidando tu belleza como un loro.
Hafiz, la vida es un enigma, abandona:
No hay otra respuesta que esta copa.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
Origen: amediavoz.com/hafiz.htm
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